El libro elaborado por Tania Rodríguez Ravera y Jazmina Suárez, reconstruye la trayectoria de las mujeres en la Administración Nacional de Usinas y Transmisiones Eléctricas (UTE) y en su sindicato, la AUTE, desde la creación del ente en 1912 hasta fines de la década de 1990.
El estudio combina perspectiva de género y análisis de clase, destacando cómo las trabajadoras participaron activamente en la defensa de derechos laborales, en la vida sindical y en la lucha por el carácter público de la empresa eléctrica
El recorrido histórico se divide en dos grandes períodos. El primero abarca desde la fundación de la UTE hasta la posguerra de los años 40. Allí se repasan los inicios de la empresa, el ingreso de las primeras funcionarias, las dificultades de registro de la participación femenina y la creación de la Asociación de Empleados y Obreros de la UTE. Se señala el papel limitado otorgado a las mujeres en las estructuras sindicales, pero también su activa participación en iniciativas como el Comité Femenino de Ayuda a los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial.
El segundo período comienza con la fundación de la AUTE en 1949, atravesando momentos clave como la huelga larga de 1963, la resistencia al autoritarismo de fines de los años sesenta, la dictadura de 1973 y la posterior reorganización sindical.
Las investigadoras destacan como, la “huelga larga” de 1963 marcó un antes y un después. Allí, mujeres como Nélida Pilatti, Nelsa Robaina y Lilia Sosa, militantes de la sección Tráfico Interurbano, fueron detenidas bajo la aplicación de las Medidas Prontas de Seguridad. Su arresto simbolizó no solo la dureza de la represión, sino también el reconocimiento que el gremio otorgó a su militancia: se las homenajeó como representantes de todas las compañeras que, codo a codo con los varones, sostenían la unidad sindical en momentos críticos.
Asimismo se recupera el recuerdo de la "Carta abierta de una obrera despedida de UTE", publicada en El Popular, allí Carmen Senandez relató los castigos y represalias sufridas por su militancia y señalaba que el “pecado” por el cual había sido sancionada era luchar por la paz y por un salario digno. Allí recordaba lo que eran hechos recientes: el "plantón", los calabozos y los insultos en el centro de detención de la Isla de Flores.
Las trabajadoras ocuparon un rol relevante en la lucha contra la represión, en la construcción de la unidad sindical y en la defensa del derecho a la energía. En los años noventa enfrentaron el avance de políticas neoliberales, particularmente la Ley de Marco Regulatorio Energético de 1997