Tania Rodríguez Ravera

 Esta obra colectiva, coordinada por Rodolfo Porrini e integrada por A. Martínez, C. Perugorría, T. Rodríguez, F. Santana y J. Suárez, que propone una mirada a la “historia desde abajo” sobre el barrio Cerro entre los años 1940 y 1980. Surge de un proyecto de la FHCE-UdelaR con la Asociación de Jubilados y Pensionistas del Cerro (AJUPEN). Presenta un mapa temático que combina archivo, prensa y testimonios orales para reconstruir memorias, tensiones y transformaciones de un territorio obrero.

El libro sigue el pasaje de “comunidad obrera” a “barrio de trabajadores”, con eje en la industria frigorífica y la FOICA-A, pero incorporando estudiantes, comités barriales y, sobre todo, el trabajo  de las mujeres. Examina también políticas que inclueyen fenómenos como  migraciones internas y afrodescendencia, así como la cultura juvenil en los años sesenta, vinculando las historias locales a los procesos globales.

Se plantea que la huelga frigorífica de 1969, significó un punto de inflexión en el barrio, con conquistas parciales, retrocesos y despidos que aceleraron el debilitamiento del tejido obrero y social.  

Para las/os autoras/es,  el trabajador o trabajadora de los frigoríficos, “friyero/a”, nombra mucho más que un puesto en una planta de producción, se constituía como una identidad de clase arraigada en el Cerro, a menudo transmitida en clave familiar y sostenida por la misma solidaridad que condenaba al “carnero” y consolidan la pertenencia obrera al barrio-fábrica.

Los capítulos finales abordan el impacto del autoritarismo y de la reestructuración económica a fines de los años setenta, la  supresión del Frigorífico Nacional y el desmantelamiento de Establecimientos Frigoríficos del Cerro Sociedad Anónima (EFCSA), con efectos directos sobre empleo, los precios y la alimentación de los sectores populares. La calificación del trabajo friyero es parte del orgullo de oficio y del reclamo histórico por su reconocimiento.

De acuerdo a las autoras y autores, la represión desde 1973 quebró las capacidades de organización obrera y política en el Cerro, la huelga general fue respondida con la ilegalización de la CNT, los violentos desalojos militarizados  (con tanques en el Frigorífico Nacional y el Dique Nacional) y el control armado en el Dique administrado por la Marina, forzando el repliegue de los espacios sindicales y de base. 

El libro ofrece un panorama del mundo laboral y las luchas sociales  en la construcción de una identidad barrial, articulando las memorias en disputa con hallazgos documentales.

 

El libro elaborado por Tania Rodríguez Ravera y Jazmina Suárez, reconstruye la trayectoria de las mujeres en la Administración Nacional de Usinas y Transmisiones Eléctricas (UTE) y en su sindicato, la AUTE, desde la creación del ente en 1912 hasta fines de la década de 1990. 

El estudio combina perspectiva de género y análisis de clase, destacando cómo las trabajadoras participaron activamente en la defensa de derechos laborales, en la vida sindical y en la lucha por el carácter público de la empresa eléctrica

El recorrido histórico se divide en dos grandes períodos. El primero abarca desde la fundación de la UTE hasta la posguerra de los años 40. Allí se repasan los inicios de la empresa, el ingreso de las primeras funcionarias, las dificultades de registro de la participación femenina y la creación de la Asociación de Empleados y Obreros de la UTE. Se señala el papel limitado otorgado a las mujeres en las estructuras sindicales, pero también su activa participación en iniciativas como el Comité Femenino de Ayuda a los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial.

El segundo período comienza con la fundación de la AUTE en 1949, atravesando momentos clave como la huelga larga de 1963, la resistencia al autoritarismo de fines de los años sesenta, la dictadura de 1973 y la posterior reorganización sindical. 

Las investigadoras destacan como, la “huelga larga” de 1963 marcó un antes y un después. Allí, mujeres como Nélida Pilatti, Nelsa Robaina y Lilia Sosa, militantes de la sección Tráfico Interurbano, fueron detenidas bajo la aplicación de las Medidas Prontas de Seguridad. Su arresto simbolizó no solo la dureza de la represión, sino también el reconocimiento que el gremio otorgó a su militancia: se las homenajeó como representantes de todas las compañeras que, codo a codo con los varones, sostenían la unidad sindical en momentos críticos.

Asimismo se recupera el recuerdo de la "Carta abierta de una obrera despedida de UTE", publicada en El Popular, allí  Carmen Senandez relató los castigos y represalias sufridas por su militancia y señalaba que el “pecado” por el cual había sido sancionada era luchar por la paz y por un salario digno. Allí recordaba lo que eran hechos recientes: el "plantón", los calabozos y los insultos en el centro de detención de la Isla de Flores. 

Las trabajadoras ocuparon un rol relevante en la lucha contra la represión, en la construcción de la unidad sindical y en la defensa del derecho a la energía. En los años noventa enfrentaron el avance de políticas neoliberales, particularmente la Ley de Marco Regulatorio Energético de 1997

 

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