Desertores y denunciantes
Está colección reúne libros, documentos y notas de prensa vinculadas a los testimonios de militares que desertaron en plena dictadura para denunciar las prácticas sistemáticas de torturas, secuestros y desapariciones forzadas en unidades del ejército y la armada.
Se recopilaron y difunden aquí documentos originales, la mayoría de ellos publicados en el exterior por organismos internacionales y circulados por la prensa clandestina y del exilio, además de los medios internacionales de los países donde los denunciantes lograron refugiarse.
Las denuncias de Daniel Rey Piuma, Julio César Cooper Alves, Walter García Rivas, Rodolfo González Díaz y Victor Paulo Laborde Baffle, contribuyeron de manera fundamental a que se conocieran y documentaran internacionalmente muchos crímenes de lesa humanidad que, hasta sus declaraciones, solamente se conocían por relatos de militantes y sobrevivientes.
Asimismo se incluye un testimonio anónimo de un oficial del ejército publicado en España en 1976, donde denuncia la gravedad de las torturas a detenidos, la violencia sexual principalmente sobre secuestradas jóvenes y la constricción a participar a oficiales y soldados de los procedimientos.
La complicidad con los delitos durante la dictadura se fortaleció a través de prácticas de involucramiento de soldados, suboficiales e incluso oficiales no solo por convencimiento o por coincidencia ideológica sino, en muchos casos por amedrentamiento, por la concesión de favores y prebendas, y otros mecanismos extorsivos. La adhesión de los militares a una estructura de obediencia constituida para diseminar el terror y el control social, lejos de ser absoluta tuvo fisuras.
La mentira, la justificación, el anonimato y el silencio cómplice del pacto de impunidad no es un destino inexorable, es una construcción política que estos denunciantes demostraron que puede romperse. Aun hoy, estos pactos de impunidad que continúan vigentes, pueden ser desmontados por la acción de la justicia.
No todos callaron. Destacar el valor de quienes poniendo en riesgo su vida decidieron cumplir con el deber de denunciar los graves crímenes cometidos por pares y superiores, esto es relevante no solo como un gesto de reconocimiento al pasado sino como una señal en el presente. El camino de denunciar y de no aceptar el horror es el único que separa a los delincuentes, los cómplices y los cobardes de quienes no renuncian a su humanidad por lograr privilegios.