Este libro es una obra testimonial y poética escrita por el militante y poeta uruguayo Miguel Ángel Olivera durante su reclusión en centros de detención y tortura en el año 1972.
A través de poemas escritos clandestinamente, y dibujos realizados por el preso político Arturo Casteuá, el libro documenta de forma cruda y sensible los métodos de tortura empleados, las condiciones de encierro, la resistencia individual y colectiva, y el valor de la memoria como forma de lucha.
Su publicación en 1988, con el apoyo del Centro de Integración Cultural (CIC), se inscribe en el esfuerzo por rescatar y difundir la producción cultural generada en las cárceles políticas, y busca contribuir a la denuncia de la impunidad . El autor reivindica el acto de escribir como una forma de testimonio, resistencia y dignidad frente al horror, y propone una poética de la memoria contra el olvido. La obra se inscribe dentro de la colección Escritos de la Cárcel, dedicada a preservar las voces de quienes padecieron prisión política en Uruguay.
En la introducción Miguel Ángel dice:
"Escribía cuando podía, no siempre cuando quería. En la medida que fui conociendo la rutina y demás de los lugares de detención me hacía un lugar, era como una pulseada, un operativo el poder escribir. Como estaba absolutamente prohibido, eran los combatecitos que te hacían sentir bien con vos, con tu causa; sentías que a pesar de ser una piltrafa maguliada, en harapos y maloliente, todavía seguías siendo un tipo digno ante vos mismo, que ganabas pequeñas batallitas que vos mismo te planteabas, eran los combatecitos poéticos . . ."