Militar que ejercía como comandante del Batallón de Infantería No. 9 en el momento del asesinato en torturas del médico Vladimir Roslik el 16 de abril de 1984. Ese crimen fue el único en el cual actuó la Justicia Militar condenando efectivos militares durante la dictadura. En el caso de Olivera, se lo halló culpable de "irregularidades en el servicio", mientras que el Mayor Sergio Caubarrere fue condenado por "ataque a la fuerza moral de las Fuerzas Armadas por abuso de autoridad y homicidio culpable". Este último permaneció recluido cuatro meses y 18 días.
Olivera pasó a situación de retiro voluntario el 23 de enero de 1991 con el grado de coronel. Su último destino fue en la Dirección Nacional de Sanidad de las Fuerzas Armadas. Falleció en el año 2013.
