Julio María Sanguinetti

En esta columna, publicada a escasas dos semanas del golpe de Estado del 27 de junio de 1973, Sanguinetti opta por desarrollar la idea de la insuficiencia de un cambio de constitución para enfrentar lo que, él no llama dictadura a pesar de la clausura del parlamento, sino crisis política. Informa sobre la iniciativa constitucionalista del recientemente formado Consejo de Estado que, en su opinión podría ayudar a reorganizar la institucionalidad pero no a resolver la crisis económica. Es interesante ver como el autor en esta columna previa a su serie de "crónicas" da cuenta de lo que la dictadura implicaba, un proyecto económico.

"Lo que importa es que se comprenda que no alcanza ya con remedios jurídicos para conjurar esta crisis; podrán ellos servir, por supuesto, para legitimar una salida política hoy o mañana, si el régimen lo buscara o la oposición pudiera imponerselo. Pero de nuevo se caerá en el vacío si el país no sale de los años de estancamiento económico y social que lleva".

También, como en cada uno de sus artículos en "La Opinión" elige las formas de ubicarse en un lugar protagónico y de visionario, en este caso a través de destacar largamente por su participación como diputado en los debates de la constitución de 1966.

"Quienes trabajamos en la Constitución de 1966 yo fui uno de sus redactores y miembro informante en la Asambea General lo hicimos con el ánimo cierto de que el país tenia un problema institucional y debía resolverlo, antes que los hechos precipitaran una quiebra total del orden jurídico".

Sexta crónica aparecida en el diario La Opinión de Argentina. Este texto es reproducido alterado por su autor Julio María Sanguinetti en un libro escrito decadas después.

En el artículo original expresó: "En la mañana del lunes lo visito. Le digo que como amigo, no como político ni como representante de un partido, creo que sólo le queda renunciar, que de lo contrario sólo vegetará en la Presidencia, que no tiene más posibilidad de resistir o alcanzar alguna solución digna. Me dice que no, que él es el único capaz de lograr el compromiso militar de no romper la tradición electoral del país y de respetar al Parlamento. Me informa que Pacheco Areco, el ex-Presidente, ahora Embajador en Madrid, le ha dado su opinión telefónica en ese sentido. Agrega que el Vice presidente no tendría una mejor situación que él, que debería arrancar del mismo difícil punto en que él se encuentra. Yo le sostengo que Sapelli heredará esa situación pero que podrá enfrentarla con otra libertad política; que contará con otros apoyos, ya cerrados para él. Le comento tenía noticias fieles al respectoque si no se entrega y acepta las condiciones, lo dejarán allí aislado en su casa, sin comunicación exterior".

Sin embargo en su libro "El cronista y la historia", editado en 2017 Sanguinetti tergiversó el texto intencionalmente, allí reproduce ese párrafo con el siguiente contenido: “En la mañana del lunes lo visito. Le digo que como amigo, no como político ni como representante de un partido, que nunca le pedirá la renuncia, si no ha pensado que de lo contrario vegetará en la Presidencia...”.

Esta tergiversación se hizó pública en el libro de María Urruzola ”Sanguinetti. Ante el tribunal de la historia” (2022) y en el Programa de radio "Fácil desviarse" (15/2/23 Del Sol 99.5 FM).

La crónica inicia con la captura de Raúl Sendic , el 10 de setiembre de 1972, dando cuenta de la derrota militar del movimiento guerrillero. "El iniciador del movimiento tupamaro, dos veces preso y fugado, caía ahora, junto con su organización, que se batía en retirada en todo el país. El segundo frente abierto por los tupamaros en el interior (Plan Tatú) era el escenario de la derrota final".

Continúa el autor contabilizando con datos de los que no cita fuente la cantidad de guerrilleros asesinados, presos y "escondites descubiertos". Sin embargo si cita a una encuesta sin precisar la fecha en que fue realizada cuyo resultado habría sido: "El 59 por ciento de la población cree que su actuación es buena o muy buena, el 15 por ciento que es regular y só'.o un 5 por ciento la considera mala, según informan las encuestas Gallup".

De esa rápida forma, dando números y porcentajes, imprecisos en sus fuentes, Sanguinetti el día que se cumple un mes desde el golpe de Estado da cuenta de un supuesto amplio apoyo social a las Fuerzas Armadas.

Posteriormente la mayor parte de su "crónica" describe la situación abusiva de cuatro médicos presos en un cuartel cuya liberación dictaminada por un juez militar fue desoída y la detención por delitos económicos del dirigente del Partido Colorado Jorge Batlle. Esas situaciones tienden a dar cuenta de su objetivo en esta nota, demostrar el debilitamiento de Bordaberry y su rol de "aconsejador" político.

En relación a la decisión de general Esteban Cristi de desconocer incluso a la justicia militar y no liberar a los cuatro médicos, el ex ministro de la dictadura afirma:

"Yo no tuve ni quise tener acceso directo a los episodios de esos días, demasiado sumergido en mis asuntos en el Ministerio de Educación, pero me llegan noticias y no puedo resistir. Le escribí entonces una carta al presidente. Le dije que del episodio saldrá, pero no así de este proceso de deterioro institucional en que se encuentra. El presidente públicamente va apareciendo le dije cada vez más sometido a esas presiones militares".

En esta nota el autor elige fortalecer la idea de que el desborde autoritario y criminal de las Fuerzas Armadas se sustenta en la persecución de la guerrilla tupamara. Se mencionan someramente las denuncias y las muertes bajo tortura, aunque se relativizan como excesos propios del enfrentamiento. El cronista se desdobla en un observador casi neutral, a pesar de referir que era un ministro cercano al dictador Bordaberry.

De hecho al referirse al asesinato bajo torturas del albañil Luis Batalla Piedrabuena, en el cuartel de Treinta y Tres, destaca inmediatamente que esto era "eclipsado por los éxitos militares".

"Arrecian las denuncias sobre malos tratos y torturas, que los éxitos militares eclipsan. El 22 de junio había sido interpelado el ministro Magnani, a raíz de la muerte del ciudadano Luis Batalla, en un cuartel de Treinta y Tres. Se adquiere la conciencia de que es víctima de la tortura; la mara reclama una investigación y el público señalamiento de los culpables.El ministro ha tratado de explicar la situación- en el contexto general de una guerra sucia. Y, aunque no lo dice, se queda conforme con la moción votada, pues temía una drástica censura".

En esta primera de la serie de "Crónica Intima del golpe de Estado uruguayo" Sanguinetti se presenta o ex presentado de una forma particular: "Desde Montevideo, donde vive en la semiclandestlnidad, Julio María Sanguinetti ha escrito la "Crónica íntima del golpe uruguayo" que La Opinión comienza a ofrecer hoy a sus lectores en exclusividad. Abogado y periodista, el autor ha ocupado asimismo altos cargos en las últimas administraciones uruguayas. Fue ministro de Industria y Comercio de Jorge Pacheco Areco y ministro de Educación y Cultura de Juan María Bordaberry".

En esta crónica, como en otras su relato estará iniciado por una descripción ligera de la violencia guerrillera y una total ausencia de referencia a la resistencia popular de sindicatos, intelectuales, docentes, tampoco menciona la persecución de sus colegas dirigentes políticos de distintos partidos. Entre esas referencias realiza luego un relato desapegado de condiciones económicas y políticas, como si se tratara de una película que a él contempla como espectador distante.

En su detalle de los hechos cada versión de Sanguinetti reproduce los partes oficiales, atribuyendo explicaciones a cada crimen cometido por las Fuerzas Armadas. En particular es importante destacar su atribución de "resistencia al allanamiento" del matrimonio Martirena, quienes fueron acribillados cuando estaban desarmados en el jardín de su casa en Malvin a plena luz del día. Esta infamia que para el público extranjero no enterado de detalles podría pasar inadvertida, le valió dos notas de aclaración y desagravio, una firmada por Abel Alexis Latendorf y la otra por Zelmar Michelini.

Desde esa extraña "semiclandestinidad" con que parece querer subrayar una una postura de como posible opositor a la dictadura, no deja de llamar la atención en particular en el contexto en que cientos de compatriotas estaban exiliados en Argentina y entre ellos legisladores de mucha más trayectoria y prestigio que el narrador, como eran Wilson Ferreira Aldunate, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz y Enrique Erro.

 

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