Álvaro era empleado y músico, estaba casado tenía 4 hijos pequeños y era militante del Partido Comunista de Uruguay.
Fue secuestrado el 29 de julio de 1975 mientras participaba de una reunión clandestina junto a otros 10 compañeros y compañeras. El operativo estuvo a cargo de efectivos de las Fuerzas Conjuntas y dirigido por la Dirección Nacional de Información e Inteligencia. El grupo fue llevado primero a la sede de la DNII y luego a las caballerizas de la Guardia de Coraceros.
El 31 de julio su cuerpo es entregado a la familia, tenía visibles marcas de haber sido torturado. Su familia denuncia públicamente y en agosto ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el asesinato.
El padre de Álvaro, el maestro Selmar Balbi escribió entonces una carta dirigida al dictador Juan María Bordaberry que jamás obtuvo respuesta. En dicha carta expresó:
"Al mismo tiempo que a Ud., llegará a estos amigos esta carta de buena fe; pero esta familia de mis amigos y los de mi hijo, y de los amigos, de los amigos, de los amigos se extiende por toda la faz de la tierra y a ellos llegará esta carta. Sólo pido justicia, como Ud. ve. No contiene más que hechos, interrogantes, palabras dichas. Todo agravio, toda denigración, toda ofensa ha sido callada, mordida. Sólo quiero justicia".